Miroku y Sango se enfrentan a una mujer youkai y su padre, los cuales tienen la capacidad de absorber los huesos de cualquier ser vivo. Miroku ha sido afectado por el veneno de ellos y Sango escoge como única salida aplicarle un poderoso veneno a su Hiraikotsu y lanzárselo al padre de la mujer youkai, para que éste se disuelva. Debido a que el Hiraikotsu ha sido afectado gravemente, Myōgales dice acerca de Yakurou Dokusen, el maestro de las pociones, el cual puede ayudarles a reparar a Hiraikotsu. Al encontrar a Yakurou Dokusen, éste se niega a reparar a Hiraikotsu, creyendo que era de InuYasha, pero al saber que es de Sango decide ayudarle. Sango se sumerge en una vasija en donde están las almas de los youkais que eran parte de Hiraikotsu, y debe apaciguarlas para convertir el veneno de Hiraikotsu en cura, aunque esas almas ponen como condición que Sango deje a Miroku para que nunca vuelva a sacrificar a Hiraikotsu, cosa que ella se niega a cumplir. Yakurou Dokusen encuentra que Miroku está siendo consumido por el veneno de Naraku, y le ofrece una poción la cual le impedirá sentir dolor al absorber veneno, pero su cuerpo se seguirá infectando de éste. Miroku al aceptar convirtió el veneno de Hiraikotsu en medicina ya que las almas de los youkais conocieron su decisión, así que decidieron regresar como Hiraikotsu a Sango. InuYasha le advierte a Miroku que no use su agujero en vano, porque si pierde su vida no se lo perdonará. Finalmente, Yakurou Dokusen le dice a Sango que Hiraikotsu tiene puestos sus venenos y medicinas y que sólo en la pelea podrá comprobar que tanto ha mejorado Hiraikotsu.
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